El cuerpo no puede notar la diferencia entre cirugía y trauma (lesión). Y por ello ​​responde a la cirugía exactamente como lo haría si hubiera experimentado una lesión traumática. En consecuencia, el cuerpo envía células inflamatorias al sitio de la lesión para ayudar a sanarlo. Las células y los vasos sanguíneos dañados pierden líquido, creando inflamación en y alrededor de la rodilla.

Lo que rara vez se les dice a los pacientes es qué tan malo es este líquido. Su cuerpo interpreta la presión, causada por la hinchazón como dolor. Y, con solo 30 ml de líquido, es dífcil doblar la rodilla. Este líquido también inhibe el control muscular voluntario de las piernas. Y, por último, el líquido contiene productos químicos que promueven la formación de tejido cicatricial.

Lo más importante es bombear el líquido fuera de la pierna (hacia la linfa, luego hacia la sangre y, finalmente, fuera del cuerpo en la orina). Para ello, se requiere doblar la rodilla y flexionar los músculos de las piernas. Debido a que el dolor no lo permite, otra persona, generalmente un fisioterapeuta será quien doble la pierna por uno. Esta flexión realmente duele, porque agrega presión a una articulación ya hinchada. Existe la posibilidad de presionar demasiado y provocar más hinchazón y dolor. En otros casos, no empujan lo suficiente y se bombea poco líquido de la rodilla.